miércoles, 7 de enero de 2009

Prólogo de Fernando Alayza Mujica a "Entrelazando la Ciencia y la Fe".

PRÓLOGO.

FERNANDO ALAYZA MUJICA.
Psicoanalista peruano

Es, seguramente, la “sed de infinito”, a la que el autor de este libro se refiere, el hilo conductor que nos permita comprender de cómo así desde los inicios de su existencia , el paso por su adolescencia y su llegada hasta el presente de su vida adulta, haber recorrido y seguramente no haber terminado aun su búsqueda permanente, consistente, dubitativa, contradictoria, ambivalente, afirmativa y crítica, buscando explicarse a sí mismo como a todos nosotros, sus amigos y lectores de este libro, su manera personal y particular de haber metabolizado y comprendido, hasta hoy, su experiencia vital.

Resume pues este texto múltiples niveles de experiencia de un ser humano que como persona vital, psiquiatra, psicoanalista, ser creyente en Dios y sobre todo un ser humano en toda su dimensión.

Tampoco es casual que Félix subraye en su libro -en su experiencia vital- lo que él denomina “una Espiritualidad Holística”. Por el contrario, el entrelazamiento de los muy diversos planos de la experiencia vital, dados en momentos cronológicos y emocionales diversos conforman una variada serie de mixturas que hacen que en un momento –evolución personal y crecimiento mental mediante- nos plantee una apretada síntesis de la historia de todo este devenir…

O, por lo menos de lo que es posible poner en blanco y negro en el papel.

Digo esto ya que de seguro, y Félix bien lo sabe, lamentablemente no todo puede ser íntegramente volcado a la escritura, la palabra, el gesto o el símbolo: la así llamada zona “espiritual”, “vivencial”, son perfiladas por la palabra y los gestos, la escritura y los símbolos… pero no totalmente traducidas… nunca totalmente expresado aquello que en lo más hondo del ser se ha ido gestando, evolucionando y modificando a lo largo de las vicisitudes de nuestro devenir en el Universo.

Y lo que antes he señalado es otro de los grandes méritos de este texto: hay una parte en que la lectura del mismo se vuelca más sobre una suerte de lectura intuitivo vivencial que está más allá del texto mismo, que está dentro del texto pero es comunicado más lejana y cercanamente que en el espesor del papel marcado por la tinta, en las palabras.

Hay algo que “se adivina y se siente” y que mucho tiene que ver con una comunicación no verbal siempre presente en el texto… Independientemente de tantos cuantos personajes famosos y reconocidos mencione, independientemente del sofisticado grado de elaboración gnoseológica y teórica, independientemente de tantos otros méritos que el texto como edición capítulo a capítulo implica y del alto interés y curiosidad que sus planteamientos suscitan, uno siente que el autor no solo ha escrito lo que ha pensado, experimentado y vivenciado sino que además, y por sobre todo Félix -como en todos los textos que le conozco y en todas las conversaciones que durante tantísimo años hemos tenido y seguiremos teniendo-, se desgarra cálidamente en la secuencia de los capítulos preñados de conocimientos coherentemente ordenados y secuenciados, conforman un “cuerpo” de pensamientos y sentimientos que sostienen plenamente las intuiciones y afirmaciones del escribidor.

Sus referentes teóricos -psicoanalíticos, filosóficos, quánticos, esotéricos-, son tan importantes como los referentes a las relaciones interpersonales que fueron vividas intensamente por Félix, hasta hoy, en su vida. Y me parece importantísimo que él ponga en un mismo nivel tanto a estos grandes pensadores como a los seres humanos con quienes compartió verdaderas experiencias de amor, de goce, por ello, de conocimiento mutuo trascendental y universal.

Desde que empecé a leer el libro hasta el final del mismo iba y venía en mí ser el pensamiento de Donald W. Winnicott -distinguidísimo psicoanalista británico- cuando, afirmando la existencia de un mundo interno, subjetivo e inconsciente y de otro un mundo externo, el más allá de nuestra corporeidad, subrayaba enfáticamente que el ser humano vive permanentemente en un espacio intermedio que, conjugando ambos denominaba “el espacio de la experiencia cultural”, esto es el espacio de la creatividad en la experiencia humana.

Siento que el libro de Félix proviene de ahí, de lo más hondo de su vida inconsciente a lo más lejano de su vida consciente. Conjugando años de quehacer intelectual, vivencial y humano.

Félix nos ha hecho con su libro un gran regalo que yo siento fraterno y solidario para con todos nosotros sus hermanos, los seres humanos.

Nos ha dado su experiencia múltiple y compleja, nos la brinda para que hagamos uso de ella y sobre todo para que sus inquietudes sean creativamente metabolizadas y utilizadas en nuestra vida cotidiana por todos nosotros.

Félix, mil gracias por tu libro y mil gracias por ti.

Fernando Alayza Mujica

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